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“La clase pensante está ausente”

DESDE MI AULA

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Prof. Juan Ramón González.

Edición 136

Hoy en nuestro país podríamos señalar un sinfín de anomalías y hechos que atentan a la moralidad y a los valores propios de una persona y la sociedad, tantos flagelos nos dan la triste nominación de ser uno de los países más corruptos del mundo. La gran pregunta es siempre, si nos merecemos o no tal denominación.




Prof. Juan Ramón González.
Hoy desde mi aula, reflexionaremos sobre este tema, en el cual podemos encontrar argumentos en pro o en contra de esta gran interrogante. Si partimos de la lógica, del concepto político, del servicio, la corrupción no debería darse; eso implica que si hoy convivimos con este mal es porque el principio del servicio a través de la política está siendo manipulada por personas que sencillamente jamás deberían haber llegado a sitiales de preponderancia y poder, pero paradójicamente a esa lógica han llegado.


Uno supone que esto puede darse porque vivimos en un país subdesarrollado y por ende muchos ciudadanos no han recibido alguna instrucción académica que les permita pensar en la libertad y desde la objetividad. Si esta teoría fuera un imperativo social hasta comprenderíamos por qué convivimos desde hace tanto tiempo con este mal que nos carcome y destruye nuestros sueños. Contraria a esta mirada, las estadísticas en nuestro país nos señalan un creciente y sostenible aumento de alfabetización y de jóvenes que acceden a formación universitaria; esto al tiempo de alegrarnos no deja de asustarnos. Teóricamente queremos creer que haber pasado por escuelas, colegios y universidades, nos debió haber dado una mirada criteriosa a los hechos que nos rodean y nos aquejan, infelizmente, esto no se da.

Sin ningún temor a equívocos, hasta podríamos afirmar que quienes más sostienen a la clase política corrupta, que denigra, hambrea y enferma a nuestro pueblo, somos las personas quienes nos hemos formado, conocemos y nos hemos encontrado con una teoría.

Parafraseando una idea del filósofo y escritor libanés, Khalil Gibran, quien sostiene en su libro “La voz del maestro” que razón y conocimiento, no pueden dejar de complementar a una persona íntegra, y contrastando esta con las evaluaciones de la educación paraguaya, vemos que la primera, la razón, está aún ausente en la sociedad, lógicamente sin ningún ánimo de generalizar.

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Hoy tenemos muchas formas de acceder a la teoría, pero seguimos aplazados en el razonamiento de esas teorías, en comprender, enjuiciar y valorar, lo que leemos, vemos y hacemos.

Voy a graficar algunos ejemplos desde mi rol de docente, donde se vislumbra que haber estado en las aulas 20 años como mínimo y ostentar un título no significa tener una lectura eficiente de su rol como profesional y ciudadano, de sus derechos y obligaciones y que igualmente puede seguir sometido al miedo y a la ignorancia. Seguimos escuchando a muchos colegas docentes, en días de manifestación, que sus directores y/o supervisores no les dan permiso para sumarse a los días de protesta. ¿Un docente, no tiene la capacidad de comprender que esas garantías están estipuladas en la Constitución Nacional? ¿y que, en el uso de esas atribuciones y su libertad, puede sumarse a cualquier acto de repudio o protesta sin más requisito que la propia voluntad de querer hacerlo?

No podemos obviar mencionar a nuestros representantes gremiales, que dicen representarnos pero que una gran cantidad de ellos, están vinculados a la política y hasta ocupan cargos en ese ámbito. Aplaudo la intromisión del ciudadano en la política, pero al mismo tiempo creo firmemente que no son compatibles para llevarlos a la par; cuando llevamos adelante las reivindicaciones, por una cuestión lógica lo manifestamos y reclamamos a la clase y representantes del poder de turno, entonces, como puede uno ejercer la representación sindical y al mismo tiempo formar parte de la representación política.

Lastimosamente podemos afirmar que quienes deberían aportar con su razón y conocimiento, los profesionales de distintos ámbitos, son los más ausentes o cómplices de grupos manipuladores a través del poder. No llegamos a dimensionar el mal que estamos provocando a nuestro país, la vida retrograda que le estamos dando y la deshonra que estamos haciendo a miles de ciudadanos que en la incógnita de la vida han ofrecido, su lucha, su juventud, sus sueños.

Construyamos el ideal de los versos de Josefina Pla, en su poesía “Los treinta mil ausentes” la juventud que no tuvimos, es la juventud que entre tus venas se renueva.