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HOY DÍA, EL BALLET ES MI PASIÓN

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Por preconcepto en Paraguay y el qué dirán la gente, no me atrevía a estudiar Ballet.

Julio Morel, un joven brillante que proviene de una familia modesta del Barrio Fátima de Ciudad del Este, nos relata su incursión en la danza y cómo poco a poco fue perfeccionando su técnica hasta dar el mayor salto de su vida.


¿Cómo te definís en materia de arte?

Yo me defino como artista, aunque en realidad la gente me conoce más como bailarín.  Exploré varios campos artísticos como el canto y tuve la oportunidad de cantar también hace poco en un musical con la famosa y conocida Yuri. 

¿Cómo te iniciaste en la danza?

Siendo muy pequeño, empecé como un juego, bailando en el garaje de una vecina, después me cambié de primaria en el Colegio Fe y Alegría y, empecé con las clases de danzas los días sábados y cada vez me gustaba más, hacía todo lo que me proponía: Folclore Paraguayo, Danza Brasileña, etc.

En principio, mi familia no quería que bailara, me fue difícil, aun así, me ayudaban en lo que podían, hoy día soy el orgullo de mi familia. Por otra parte, tuve suerte, siempre que iba a cursos tenía beca. Me manejaba solo en buses, era complicado, pero yo sabía que lo iba a lograr.

¿Con quién hiciste tus estudios académicos?

Cuando apareció la Prof. Martha López, quien tenía su Escuela “Centro de Arte Martha López”, nos invitó a todos los varones a asistir a sus clases y practicar. En ese entonces, mi problema era que no tenía base de Danza Clásica. Es más, no quería hacer danza clásica por los preconceptos en nuestra sociedad, además un bailarín en Paraguay era lo más raro y por sobre todo en mi casa.

Contra todo pronóstico, fui a la Escuela de la Prof. Martha y, empecé a practicar y progresar rápidamente. Cuando cumplí 10 años, me sugirió optar por Ballet o Malambo. En realidad, el zapateo argentino no era mi fuerte, no estaba enamorado por Malambo. Mi refugio perfecto era la Academia, asistía todos los días. Entonces, comencé con la clase de Danza Clásica dos veces a la semana y de a poco fui aprendiendo muchos pasos e intensificando las prácticas. Años después, cuando ya me sentía seguro de las técnicas aprendidas, le dije a mi profesora Martha que quería bailar solo, pero, ella me salió con que debía bajar de peso. 

Deseaba tanto poder bailar solista y que el escenario sea absolutamente mío, por eso me propuse en las vacaciones hacer una dieta balanceada, bajé de peso todo lo necesario, tenía 14 años y mi sueño era muy alto: competir en Nueva York.

¿Cómo te sentiste ante la posibilidad de irte a Nueva York?

La Prof. Martha siempre me decía que yo avanzo rápido y, que ya no sabía qué hacer conmigo. Primero participamos en la ciudad de Asunción en un concurso que se llama el Vip American Gran Prix que hace selectivas en varios países, pero las finales son en NY, un concurso muy grande y esta era la primera selectiva que se hacía en Paraguay. Varios paraguayos ya participaron de este gran evento, pero, era la primera vez que tenía como sede nuestro país. Había grandes y renombrados maestros que llegaron para audicionar, participé y fui uno de los elegidos para ir a Nueva York.

¿Qué resultado obtuviste en Nueva York?

Me encontré con demasiadas personas talentosas, en esa oportunidad nació mi pasión por el ballet. Los bailarines hacían cosas impresionantes con el cuerpo, yo llegué super básico, mi nivel era bajo, mi técnica era casi nada, pero mi pasión era grande. Los bailarines de mi edad volaban, me hizo reflexionar y concluí que necesitaba trabajar mucho más fuerte e intenso. El nivel de los competidores era altísimo por lo que no conseguí nada en esa oportunidad, pero despertó en mí mayores ganas de seguir adelante y triunfar. Al año siguiente fui al Brasil a perfeccionarme, me quedé 4 años en Río de Janeiro.

¿Fuiste a Río de Janeiro por tu propia cuenta?

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Fui becado por una maestra argentina Angélica Fiorani que venía a la Escuela Martha López, vio talento en mí y, me llevó a su escuela en Río de Janeiro. Cuando todavía seguía en formación en Brasil, formé parte de su “Compañía Joven de Ballet de Río de Janeiro” y hacíamos presentaciones en el enorme y lujoso Teatro Municipal de Río de Janeiro.  Hasta obtener el nivel de los demás, bailaba gratis, en el primer año. Poco a poco llegué al nivel profesional y eso me favoreció para conseguir las cosas.

Seguro tenés muchas anécdotas durante el proceso de aprendizaje.

Así es, recuerdo a la maestra Fiorani que cuando me vio por primera vez no creyó en mí, es más, me dijo que nunca iba a ser un bailarín porque soy muy duro. Yo pensaba diferente, no permití desanimarme, continué trabajando muy duro, sin embargo, hoy día la misma maestra me dice “Mi paraguayo favorito”.

¿Siempre fuiste determinado y seguro por conseguir tu objetivo?

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Tengo esa garra y esa pasión de querer legar hasta el fin, desde niño sabía que con el trabajo iba a poder. En Brasil trabajaba muchísimo, de 9:30 hasta las 18.00 hs y, tomaba colectivo de 3 horas para ir de norte a sur, me movía mucho para hacer todo lo que podía. 

Siendo un adolescente y en etapa escolar, ¿Cómo te manejaste al respecto?

Desde mis 15 años abandoné mis estudios presenciales y opté por la Educación a distancia con la venia de la directora del Colegio Fe y Alegría, la hermana me apoyaba y me permitía hacer sólo los exámenes, presenciales.

¿Seguís en Brasil?

Ya no. Del Brasil fui a los Estados Unidos, al “San Francisco Ballet” por casi dos años, luego volví a mi país, me di una pausa para compartir con mi familia antes de volver a San Francisco en donde me iban a contratar en una pequeña compañía de Ballet de Cincinnati, ahí participé en un curso de verano, volví a ser estudiante y fue lo mejor que hice. Pernocté con unos mejicanos en su casa sin pagar nada, eran todos bailarines y después me fui a México.

¿Cómo te fue en México?

Fui contratado para integrar el Ballet de Monterrey (México), recuerdo que en ese tiempo tuve una crisis: quise dejar la danza. Quería dejar de bailar y dedicarme a otra cosa; trabajar y estudiar, sentía aún la presión familiar quienes no comprendían lo que yo hacía, aunque yo estaba seguro de mi talento artístico. Al cabo de seis meses, un fotógrafo de bailarines me propuso intentar en la Compañía de Ballet Nacional de México del Instituto Nacional de Bellas Artes. Reuní coraje y fui a audicionar. Durante la audición me quedé en la casa de una amiga que conocí por Facebook. Cuando terminó mis tres días de audición volví a Monterrey, tres días después me llaman y me ofrecen el contrato: Ya era parte del Ballet Nacional de México integrado por 70 bailarines. Esta institución es reconocida por ser muy difícil el ingreso en ella y yo entré. Trabajé muchísimo y logré ser “solista” en el Ballet.

¿Siempre bailando Danza clásica?

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Sí, siempre danza clásica, en México también llegué a hacer musical, desde niño canté, pero era algo muy mío y, una vez incorporé en mi artista personal porque vivo por el arte, es mi pasión, es mi vida y me hace sentir bien. 

El arte es mi hogar, así un día sin avisar a nadie, me di mi propia sorpresa y fui a audicionar para Cats, un musical enorme que se hace en México. Me presenté sin importar el resultado, en fin, estábamos muchísimos participantes y después de haber pasado varios filtros, el couch vocal, dijo: “acá se viene a cantar y no a bailar, si el bailarín no canta, no se queda”. En ese momento un chico levantó la mano y dijo: “yo soy más bailarín que cantante”, le respondí en mi mente “yo también”.

¡Era mi turno! Empecé a cantar, al finalizar me preguntaron si dónde estudié vocalización y canto, le respondí que soy sólo bailarín, a lo que dijeron, “que bien cantas”. Fui llamado por el Productor Gerardo Quiróz a invitarme al musical en donde había grandes personalidades, entre ellos Yuri como personaje principal. Fuimos de giras y de hecho una gran experiencia durante los dos meses. Era un ambiente diferente a lo que me acostumbraba, en el teatro musical canté en vivo y también bailé.

¿Es posible realizar en nuestro país, estos trabajos que estás haciendo en el exterior?

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Yo siempre vengo a Paraguay cada año. Acá venía a presentar una “Gala con bailarines internacionales” para potenciar el arte, el problema no era la falta de publico sino la falta de apoyo por parte del gobierno paraguayo. Se dice que a nuestra gente no les gusta el arte, -no es que no les guste – ni siquiera se les da la posibilidad para que les guste. Sin embargo, en México hay apoyo de verdad y nunca trabas.

¿Aprovechas tu estancia en Paraguay para socializar son tus pares?

En estas vacaciones estábamos ofreciendo unos cursos taller en la Escuela de Artes y Oficios, de martes a viernes, clasificando en dos partes; la primera con una duración de 90 minutos para “Técnicas clásicas” y la segunda con la misma duración para “Exploración coreográfica”. La Exploración coreográfica consiste en experimentar movimientos desde un lugar mucho más creativo que, permite perder el miedo. Vi que algunos bailarines tienen un miedo que bordea lo ridículo y, el artista no puede tener miedo y este curso valió mucho para aprender todo y de todos.

En lo que pueda ayudar a mis colegas artistas, ahí estaré. Es mi intención transmitir mis conocimientos y así colaborar, para mejorar técnicas y coreografías. Por eso, doy estos cursos para reconectarme con mi país, antes de mi viaje a Alemania. Mi idea era ofrecer estos cursos en forma gratuita pero la Prof. Martha López me recomendó que cobrara al menos la suma de G$. 100.000, porque lo gratuito, nadie valora.

¿Cuál es tu próximo paso?

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En febrero de 2021 voy a Alemania, a probar un nuevo desafío en tierras europeas. Es mi sueño y quizás el sueño de todo artista llegar para avanzar experimentando otros niveles de preparación. Siento la necesidad de explorar, crear nuevas coreografías. Para ello, debo estar trabajando con grandes coreógrafos europeos en vanguardia, rompiendo tabúes y algunos miedos. 

¿El éxito tiene secreto?

El único secreto que no es secreto es la constancia. Si se quiere llegar a cierto objetivo hay que intentarlo hasta que salga, puede que hoy no salga nada, pero con la constancia se consigue todo.

¿Hay algo que se pueda hacer en nuestra ciudad y en los distritos vecinos?

En la ciudad necesitamos que las autoridades den espacios a sus artistas, es necesario y urgente porque un país sin cultura es un país pobre. Tenemos centenares de artistas en nuestro medio, muchos talentos ocultos que gritan en el silencio ser vistos. A nuestro teatro municipal de CDE, lo veo tan descuidado, podría tener show cada fin de semana, no solamente danza sino música, teatro y así generar interés en el público. Solamente a través del arte podemos sensibilizar a nuestra gente, en esta sociedad violenta.