NAVIDAD PARAGUAYA
Edición 133-2019
La flor de coco, alargada y llena de pequeñas semillas
amarillas que continuamente se desprenden llenando el suelo del mercado de ese
fruto, es uno de los productos aún más demandados en estas fechas.
Tiene una exquisita fragancia y, la mayoría de los
vendedores arrancan ellos mismos, lo preparan para la venta. Es tradicional en
todo pesebre paraguayo un racimo de la flor de coco, otros colocan al pie de su
arbolito en la oficina, departamento y en las iglesias. También esta flor es un
bouquet de color amarillo claro, con una base natural que, se debe tomar con
cuidado ya que la vaina contiene miles de espinitas que penetran en la piel.
En algunas zonas de nuestro país abunda el “karaguata” que
presenta una delicada flor color rojizo, es un atractivo más del pesebre.
Antiguamente cada familia paraguaya elaboraba su propio
pesebre con barro o lodo (ñai´u), lo dejaban secar y colocaban en el lugar
preparado, sea al natural o pintado, con todos los animalitos que acompaña el
establo. Otros hacia de paja o escultura en maderas, sea como sea, eran
trabajos en familia y muy creativos.
Hoy día con el modernismo y el capitalismo, los conceptos han
cambiado, ya no se involucra a las familias como antes, más bien, se compra
directamente de los artesanos el juego de pesebre del tamaño que se desee,
incluso estos creativos productores ofertan moldes de rancho de kapi´i (casita
con techo de paja).
Los costos de juego de pesebres varían de acuerdo al tamaño
pudiendo llegar a los 5 millones de guaraníes. Pero todo vale la pena, si se
trata de mantener la tradición cristiana, incluyendo regalos y ofrendas
frutales propio de la época paraguaya, así como sandía, melón, piña, bananas,
naranjas, pomelos, etc. Las ofrendas tienen un significado, es una plegaria a Dios
clamando abundancia en las casas.
Para nuestros días, esta costumbre ha cambiado por completo,
la mayoría tienen criterios diferentes y optan por comprar las frutas hechas de
barros para no echar a perder sus frutas naturales, considero sólo decorativo y
nada espiritual. De este modo va desapareciendo la integración familiar, las
costumbres, lo pintoresco de la tradición cristiana y el folclore nacional.
Por otra parte, están las costumbres foráneas venidos del
norte y, que en todos los autoservice del micro centro del Ciudad del Este se
puede comprar, se trata de atractivos y lujosos artículos navideños a un precio
muy bajo (centavo de dólares). A pesar de que nuestro clima no coincide con ese
modelo de frío polar, vemos las casas adornadas con Papá Noel de barbas blanca
y larga, vestido con traje rojo de lana y gorro con su trineo. En las salas se
montan arbolitos adornados con guirnaldas y pelotas coloridas y brillosas, a
sus pies regalos para remplazar las ausencias, un “te quiero”, los abrazos y
muchos más. Estas son costumbres de otros países que está entrando fuertemente
a nuestro país y por el consumismo lo adoptamos fácilmente, olvidando de los
protagonistas “Jesús, José y María”.
Sería maravilloso contar a los hijos o a los nietos las
costumbres de navidad de antaño, así como que, en noche buena los niños salían
con los hermanos y vecinitos a visitar los pesebres del barrio, llegando casa
por casa y cantando villancicos. Así aseguraban que la familia les diera
dulces. Era hermoso y muy divertido, además alegraba a quienes eran visitados,
todos se conocían. ¿Y tú, conoces al vive al lado de tu casa?
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