EL ARTE DE SER COBARDE
La cobardía es una de las características esenciales del ser
humano. Es muy compartida, etiquetada en otros, pero muy poco reconocida. Sin
embargo, y aquí quizás sea sorprendente, en determinados casos sigue siendo una
estrategia adaptativa para nosotros.
En múltiples ocasiones todos hemos echado la vista atrás y
nos hemos encontrado con una duda: saber cuál hubiera sido el resultado si
hubiéramos actuado de otra manera en aquel momento. Y al analizarlo, vemos que
la cobardía está detrás de muchos de nuestros «y si….».
La cobardía va de la mano del miedo y del conformismo. Son
inseparables. Si no hay miedo detrás, no es cobardía; quizás comodidad o
vagancia, pero no cobardía. Se puede ser cobarde en varias dimensiones de esta
actitud. A nivel emocional, a nivel de comportamiento o incluso a nivel de
pensamiento.
«Los cobardes son los que se cobijan bajo las normas»
-Jean Paul Sartre-
¿Cómo se es cobarde?
Existen varias formas de demostrar cobardía. La más evidente
que se plasma en comportamientos. Más allá de lo que podamos sentir o pensar
hay momentos en los que la situación nos pide actuar y no lo hacemos. Es un
reflejo de «no reacción» por paralización, por inseguridad ... podemos poner
mil justificaciones.
Esta es la forma más conocida y visible de cobardía. Podemos
reconocer en los demás o en nosotros varios momentos en los que no dijimos un
«te quiero», «déjame en paz», «no, ese es tu trabajo, hazlo tú»…
Cuántas veces hemos apartado pensamientos de nuestra cabeza
por no enfrentarnos a ellos? También podemos ser cobardes de pensamiento.
Puede pasar que exista una idea, una situación o incluso un
recuerdo que nos molesta o nos da miedo y no le dedicamos tiempo. Ni siquiera
nos lo planteamos, incluso sabiendo que se puede hacer «bola» en el estómago o
dificultarnos la respiración. Si nos proponen hablar de ello nos evadimos,
cambiamos de tema o mostramos una indiferencia forzada.
«Un cobarde es una persona en la que el instinto de
conservación aún funciona con normalidad»
-Ambrose Bierce-
Por último, está el cobarde emocional. No sentir para no
sufrir. Huir de las emociones es la solución para muchas personas. Entienden
una emoción como una complicación. Aquellas personas que se dejan llevar no los
entienden.
Pero quienes huyen de las sensaciones de miedo, tristeza,
cariño, enfado tienen sus motivos. Estos pueden estar en relaciones con dificultad de
reconocimiento, expresión y empatía en la infancia o adolescencia, malas
experiencias de adultos e incluso el miedo a perder el control de los impulsos.
¿Por qué nos comportamos así?
Tanto si somos nosotros los cobardes como si es alguien que
conocemos, el sentimiento en relación a la cobardía es de incomprensión, decepción
e incluso rabia. ¿Por qué se comportan así? ¿Por qué me comporto así?
Tanto para los valientes como para los cobardes existe la
misma respuesta. Un modulador fundamental de nuestra valentía tiene que ver con
el número y la calidad de las herramientas y el entrenamiento personal con el
que contemos.
«Se le hace patente que solo hay dos clases de cobardes: los
que huyen para atrás y los que huyen para adelante»
-Ernesto Mallo-
El miedo es una emoción compartida por todos, sin embargo,
la cobardía es una actitud: la posición que adoptamos frente a ese miedo.
Además, se puede actuar con miedo. Es algo lógico y humano. Son esenciales las herramientas que hayamos aprendido para
manejar nuestras emociones.
Para responder de una forma equilibrada o para poner en
marcha estrategias de pensamiento enfocadas a solucionar problemas, generando
alternativas, esas herramientas guiarán nuestro comportamiento en un sentido u
otro. A partir de ahí, la cobardía es un elemento con el que
tenemos que lidiar. Con nosotros mismos u otras personas, haríamos bien si nos
apoyáramos en la empatía, intentando comprender los motivos que han incitado la
cobardía.
Si existe el miedo, desarrolla herramientas para aprender,
escucha a los demás, reflexiona, comparte miedos y entrena. En el trabajo, en las relaciones personales o incluso en
alguna actividad que te de mucho miedo….
lucha contra la cobardía. Parte de la base de que no hay blancos y negros, los «todos
o nadas» son excepciones y no reglas. Hay grados para ir subiendo poco a poco y dejar atrás esa
sensación de pensar, actuar o sentir inundada de cobardía.
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