¿DE QUÉ ME OLVIDÉ?
Edición 131
REVISTA DE PRIMERA MANO
“Los procesos de aprendizaje de tareas o de hechos constan
de diferentes fases y es importante saber en cuál se produce alguna disfunción
que causa estos olvidos.
- La primera es la fase de retención de la nueva
información, y en ella es posible que no prestemos la suficiente atención o que
no tengamos la motivación y el interés necesarios.
- En la segunda fase puede aparecer un problema de
consolidación en las zonas cerebrales que nos permiten grabar esos mensajes.
- Lo que podría pasar en la tercera es que aparezca un
trastorno de evocación: aunque hayamos prestado atención a la información y
esté consolidada, después nos cuesta trabajo recuperarla por problemas
cerebrales”.
¿Es cosa de la edad? “Suele haber más problemas de evocación
según se van cumpliendo años por una
cuestión de envejecimiento fisiológico, ya que los procesos cognitivos
funcionan de forma más lenta y cuesta más trabajo recuperar la información”,
reconoce este experto. Sin embargo, con el envejecimiento patológico se suele ver
afectada la fase de consolidación. Es lo que sucede en la enfermedad de
alzheimer.
Los típicos olvidos de las madres
Los olvidos benignos (los contrarios a los patológicos) no
son más frecuentes en mujeres que en hombres, no es una cuestión de sexo. Sin
embargo, hay un caso en el que ellas lo sufren con más asiduidad. Y también
tiene su porqué.
“Para recordar algo es necesario haberlo aprendido. Cuando
las madres están centradas en realizar 10 tareas a la vez no tienen recursos de
atención para otra más. La primera fase de aprendizaje de información requiere
precisamente eso: atención, y éste es un recurso limitado”.
Factores que intervienen en estos olvidos
Respecto a los factores que intervienen en los olvidos de
cosas que acabamos de decir o hacer, “el estrés y el cansancio influyen en gran
medida en la primera fase, porque disminuyen la capacidad de atención, que es
la puerta de entrada de la información que después tiene que instalarse en la
memoria”.
El tipo de alimentación que se lleve puede afectar más al
segundo proceso, el de consolidación. El cerebro reconstruye recuerdos
recodificándolos en circuitos cerebrales. Por ello, necesitamos que este órgano
esté bien alimentado para que pueda reorganizarse y crear nuevos circuitos.
Pero, además, contribuyen muchos otros factores, siendo uno
de ellos el estado de ánimo. “Si focalizamos hacia nuestro interior para
intentar solventar los problemas, prestaremos menos atención a lo que sucede en
el exterior y tendremos más dificultades para concentrarnos”.
Nuevas tecnologías: lo visual predomina sobre lo lingüístico
“El proceso de atención lo que hace es seleccionar la
información que es relevante recordar y desechar un montón de estímulos que
recibimos a lo largo del día y que consideramos que no tienen importancia. Ahí
radica su necesidad, para no almacenar un montón de situaciones sin
trascendencia. La patología que no logra ese objetivo es la hipertimesia
(recordar en exceso)”.
Es preocupante o patológico que olvidemos hechos relevantes
que no deberíamos descartar que otros que sean intrascendentes.
En la era de las nuevas tecnologías, “hay un exceso de
estimulación, obligándonos a ser más selectivos a la hora de decidir qué procesos
tenemos que memorizar. Además, el exceso de lo visual va en detrimento de lo
lingüístico, aspecto que necesitamos para interpretar la información.
Tenemos mucha más información, pero somos capaces de
analizarla con menos profundidad. El motivo es que lo visual predomina sobre lo
lingüístico. A su vez, esa información deja menos huella porque no la hemos
comprendido del todo ni interiorizado”.
Ejercitar el cerebro para reducir su frecuencia
Lectura diaria. Este consejo directo y conciso para entrenar
el cerebro y minimizar los olvidos benignos. Otra recomendación es llevar una
buena alimentación, que sea sana y variada. La dieta mediterránea puede ayudar
a ello.
“El cerebro no se daña por ejercitarlo. Es el único órgano
que mejora cuanto más lo usas”.
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