DESDE MI AULA
QUEREMOS UNA PATRIA MEJOR??
DEBEMOS MERECERLO...
Por el Prof. Juan Ramón González.
A las sociedades se las califica por el nivel de conocimiento y razonamiento de sus ciudadanos y la exteriorización que hacen de estos valores en la interacción social.
En Paraguay con sólo observar el comportamiento de sus habitantes, podemos bien concluir que la educación sea sistemática o del círculo familiar no ha experimentado grandes logros. Si bien la extendida y cruel dictadura de Alfredo Stroessner, sustentaba su hegemonía en la ignorancia y el miedo de la gente, no es menos cierto que en estos 27 años de vida democrática ya deberían haber sido visibles cambios de paradigmas sociales, como ser, el respeto a las normas, la identidad con la patria, la honestidad y otros que son esenciales para el desarrollo y el crecimiento de una patria, rica como la nuestra pero con ciudadanos empobrecidos.
Tener un presupuesto por debajo de lo mínimo requerido y firmado por nuestro país como un compromiso, ya nos da la pauta de que la educación no es vista ni mucho menos encarada como prioridad para nuestro pueblo.
Educación es clave para la construcción de una sociedad. Si bien hoy somos testigos de un despertar rico encarnado en nuestros jóvenes, aún sigue siendo un iñapysē Ko'etî como bien lo expresa la emblemática canción "Tetãguã Sapukai".
Necesitamos que el alba de la sociedad se convierta en pleno rayos del sol, que irradie el deseo de hacer bien las cosas, con una mirada empática y solidaria con los más necesitados.
A pesar de no contar con recursos acordes a las necesidades, estoy convencido que con una decisión política sustentable en el tiempo sin importar el partido en función de gobierno de turno, podemos hacer y lograr grandes cosas.
La práctica de valores es irrenunciable y no precisa más que la voluntad de querer vivirlo. Si, debemos exigir y luchar por un mayor y mejor presupuesto para la adquisición de conocimientos y sumarnos como país a un mundo inmerso en el uso de las nuevas tecnologías.
Construyamos desde nuestras aulas, seamos modelos para una sociedad que precisa y urge la defensa y la práctica de sus genuinos valores.
Decimos siempre que nos merecemos una patria mejor, recordemos que eso debemos merecerlo, construirlo. Nos toca vivir y educar en un momento difícil de nuestra historia, donde lo que pregonamos e incentivamos en nuestros centros educativos, son literalmente ignorados y destruidos por estructuras que practican y encaminan estilos de vidas totalmente antagónicas.
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